No nos pagan por ir a trabajar

Al fin mi pata Celi me pasa algo de valioso contenido.

No nos Pagan por Ir a Trabajar

Por Inés Temple, Gerente General DBM Perú y Presidente DBM Chile
La mayoría de profesionales asocia preparar su curriculum vitae (CV), o tenerlo listo con una situación de riesgo. Es decir, cuando enfrenta la posibilidad de perder su trabajo o la necesidad de búsqueda de una nueva posición.
A nosotros, a los profesionales, a los ejecutivos, no nos pagan por ir a trabajar, tampoco por nuestro tiempo. Nos pagan por cumplir objetivos, por el valor que agregamos, por nuestra contribución a lograr las metas y por los logros que acumulamos. Nos pagan por los resultados que generamos.
Uno de los cambios más difíciles de entender en el mercado laboral es que, independientemente de que estemos en planilla, que facturemos por recibos profesionales o por contrato, nuestra relación con la empresa es la del cliente con su proveedor.
La empresa, mi cliente, me paga por mis servicios profesionales. Es mi responsabilidad definir estos servicios en términos del valor que agregan. Es mi responsabilidad que estos servicios sean considerados de primera calidad y a un precio competitivo para que mis clientes los quieran comprar.
Mis servicios siempre están compitiendo con los de otros proveedores como yo, así que es crítico medirlos, compararlos y mejorarlos cada vez. También es importante seguir actualizando mi oferta de servicios con nuevas capacidades, competencias y habilidades.
Y es que en la medida que se eleve la calidad de mis servicios mejorará la percepción que mis clientes tienen de ellos y será mayor la “seguridad” que estos me brinden.
Es importante comprender que la seguridad que tanto ansiamos en nuestra vida laboral no proviene de tener un cliente –léase un empleo-, sino de tener la capacidad de mantener a este cliente interesado y adquiriendo nuestros servicios permanentemente.
Esa seguridad viene también del conocimiento de que podré conseguir nuevos clientes para mis servicios profesionales cuando sea necesario. A esto se le llama empleabilidad.
Una de las condiciones clave para considerarnos proveedores de servicios profesionales es saber identificar claramente quién es el cliente. Por ejemplo, si proveemos de nuestros servicios a una organización, probablemente mis principales clientes serán mi jefe y el jefe de mi jefe. Tratando a mi jefe como a mi principal cliente pondré su nivel de satisfacción con mis servicios como uno de los objetivos principales en la rendición de los mismos.
Clientes muy importantes también son mis pares y, especialmente, mis subordinados. Las pruebas de 360 grados y de clima laboral que realizan hoy muchas organizaciones dan a la satisfacción de los subordinados y empleados una gran importancia al evaluar la performance de los ejecutivos en general.
Esta relación cliente-proveedor me concede la oportunidad de tener una relación más “adulta” con la empresa. Se trata de una relación de mutuo beneficio en la que están claramente establecidas las expectativas de ambas partes y las condiciones propias de ese vínculo. No me ofrecen seguridad a cambio de lealtad, sino la oportunidad de aportar profesionalmente en una relación de iguales.
Todo esto puede sonar muy frío y comercial, pero así es como funciona hoy el mercado laboral ejecutivo. Y al igual que otros profesionales que proveen servicios, como médicos o abogados, los ejecutivos debemos tener claro que el éxito de nuestra carrera está directamente ligado al nivel de satisfacción de nuestros clientes.
Nuestro éxito depende también de nuestra imagen en el mercado y de los contactos que tengamos para hacer conocidos nuestros servicios y sus resultados
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Amor discapacitado (Comparto muy bueno)

Por el Padre Ricardo Búlmez

Voy a decir algo que con seguridad va a molestar a muchos, pero que cuando se los explique les va a molestar más, y es que a veces cuidamos más lo seguro que tenemos, que lo inseguro.Me explico: yo siempre digo, no cuides tanto a tu familia, cuida a tu pareja y la gente se sorprende. ¿Pero como que no voy a cuidar mucho a mifamilia? ¡Es mi familia! Y no, tu familia, que es tu familia, está segura, es tu familia, nunca se pierde.¿Ustedes han oído decir a alguien «allí va mi ex hijo, allí va mi ex padre»? No, ¿verdad?. Pero han oído mucho, «allí va mi ex pareja». Entre los padres, los hijos, los hermanos, la familia, lo más seguro que se tiene, no hay ex. Ellos están allí y por muchos años que duren sin verse, por mucho tiempo que tarden en escribirse o en hablarse, ellos están allí. Usted no puede decir «aquella señora que va pasando por allí fue mi madre por 35 años».. Ella está allí, ella está segura.Y es más, les voy a decir otra cosa, de todos los amores, que es tender lazos, de todos los puentes, el amor más débil que existe es el de pareja. En una pareja no hay nada. Por eso hay que darlo todo, para quedarse con algo. Tener una pareja es como cuidar una flor. Si una flor no se riega, se muere, y si se riega mucho, también. Hay que ser un artista para cuidar una flor. Yo no sé cuidar flores, por eso soy cura. Por eso, el amor de padre, de madre y de hijo es como tener un «cují coriano», nadie los riega, pero está ahí. Eso que llamamos amor eterno se da en papá, en mamá, en un hijo, y en los amigos, que también puede ser un amor eterno.Pero en una pareja es un amor diario, tiene que cuidarse todos los días. Tengo un hermano en los Estados Unidos que se fue hace más de diez años y duré más de diez años sin hablarle. Nunca le llamé, y puedo decirlo que hasta por descuido. Siempre sabía de él por mamá, y cuando vino por primera vez desde que se había ido, lo fui a buscar al aeropuerto, y cuando nos vimos el abrazo fue tan fuerte que lloramos de emoción. Allí estábamos. Pero vete de tu pareja diez años a ver qué encuentras. Eso es lo que dice que el amor de pareja es amor de todos los días. Yo puedo hablar con mi mamá cada semana, una vez a la semana, pero si tuviera pareja la estuviera llamando a cada momento. Y no es que sea bueno o malo, es que el amor es así. No se quiere a nadie más por no querer al otro.
Por ejemplo, yo comparo el amor de aquellas parejas que por alguna circunstancia del destino tienen un hijo discapacitado. No es que no quieran a los otros, pero ellos están seguros. De aquél tienen que estar más pendientes, porque se puede caer, porque a lo mejor no come solo. En cambio, los otros están y los quieren igual, y saben que están ahí. Si tengo una pareja, ese es el amor discapacitado. De ese tengo que estar más pendiente porque necesita más. El amor de madre es independiente, el amor de pareja es dependiente. Ella depende de mí y yo dependo de ella.. Estamos unidos «hasta que la muerte nos separe», pero el amor que nos debemos es como el amor de un hijo discapacitado.

Padre Ricardo Búlmez
Venezolano
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